Nuestra mesa en el refugio Teodule gozaba de esplendidas vistas a toda la cara sur del Cervino y a la arista de Lyon, que parecía con más nieve de la que calía desear…
La información que traía de Chamonix era que la Lyon todavía no se estaba haciendo…”le faltan una semanas”; como los platos bien elaborados, tenía que hacer “xup xup”.
Ya sabía que preguntar al guarda del refugio era sinónimo a que no fuéramos para allí. Sin embargo, los cánones obligan!. Éste delegó su respuesta a un guía local que se sentaba justo en la mesa vecina.
El veterano guía, para ser bien explícito, cruzó sus dos antebrazos en señal de cruz, de hecho a no ser por el contexto de la conversación, parecería un saludo de alguna secta extraña, pero nos quedó bien claro el mensaje, la ruta “estaba cerrada”.
Contradecir a un guía local, teniendo en cuenta el estado anímico y físico de los compañeros, no parecía la más sencilla de las tareas, había que trazar un plan E (las letras anteriores ya las consumimos en Barcelona!), que, evidentemente no pasara por la Lyon…
Hay que decir que veníamos de una vía de escalada a la que le daban 4h para resolver los 400 metros de desnivel y nosotros, con nuestro estilo que más tarde definí como “alpine walking”, tardamos casi el doble y a nadie se le escapaba que los desniveles y dimensiones del Cervino, ya en condiciones óptimas, no presagiaban que fueamos a hacer un tiempo Kilian…
Así pues nos fuimos a dormir con una gran paz interior, pensando que, al día siguiente, el plan E consensuado, pasaba por bajar, tot xino xano, hasta el refugio Horly y allá pasar el día holgazaneando a la espera de unas plazas libres o, en su defecto, con la idea de iniciar la ascensión de la vía “normal” a media noche…en que habría menos tráfico…como diría Jordi “es que todo son ventajas”.
Para ese plan E, no hacía falta ni madrugar, que lujo!. Pero a las primeras luces del dia siguiente, y detectando ya movimiento en las literas propio de personas que ya han descansado, zas!, Plan F!:
– Vamos para la Lyon!, eso si, si no lo vemos claro, hay que estar dispuestos a renunciar a la cima…
Efectivamente, sin cafés en las venas para poder reaccionar, hubo consenso, o más bien asentimiento…y en poco más de tres horas, tras un buen trazado para cambiar de vertiente perdiendo el mínimo desnivel posible, ya estábamos en las primeras rampas de la ascensión al refugio Carrel.
Nuestra soledad en el trayecto, unido a la belleza del entorno, decorado con cabras salvajes, torrentes y nuestro buen humor característico, alejaban de nuestra mente la imagen del gesto del cruce de antebrazos, al mismo ritmo en que ganábamos altura.
Pero haciendo buena la frase de qué poco dura la alegría en la mesa del pobre (o algo así), de repente el luminoso día pareció convertirse en espesos nubarrones a la llegada ante un expuesto nevero que había que atravesar, por el que, además, venían en sentido contrario 2 cordadas en retirada…
Ante los comentarios que suscitó la situación y con mi poco elegante dialéctica característica, anuncié que las expresiones de duda, temor, recelo y en definitiva, acojone descarado, quedaban relegadas a los momentos verdaderamente críticos y que justificarían nuestra retirada…hasta entonces…mutis a la gàbia, nada de alentar el desánimo del grupo!
Tomando las medidas de seguridad necesarias, sorteamos con éxito el obstáculo y emprendimos rumbo directo al refugio, donde encontramos a un guía alemán con un cliente o amigo, que iba también a atacar al día siguiente.
Pareció que ni la llegada en descenso de otro par de alpinistas fracasados en su intento de cumbre o la tormenta que estuvo refrescando la tarde, alteraron ya el estado anímico del grupo, que se retiró a descansar, tras la ingesta preceptiva de alimento y la preparación del material.
El único “inquieto” era yo, ya que afrontar esa ascensión con las características tan especiales del equipo, se me antojaba un reto mayúsculo. En fin, ya conozco esas sensaciones, que me parecen casi un “ritual de respeto” hacia la montaña…
La ascensión ya ha sido narrada por Jose, así es que solo ampliaré que fue en un momento de los dos días que siguieron, en que acuñé la “frase descriptiva” de que nosotros practicábamos “alpine walking”, en contraposición al “alpine running”, de la peña que nos adelantaba arrancándonos las pegatinas…
O sea que, resumiendo, pasamos de un estado anímico de “ande nos vamos a meter” a una especie de “que bien lo pasamos de excursión por el Cervino”…letargo mental del que no salimos hasta que, ya bien entrada la tarde, un rayo nos cayó bien cerca, tanto, que casi todos notamos como la electricidad nos pasó por el cuerpo…
Bueno, pues nada, que fue una ascensión intrépida, por el estado de la ruta y nuestras capacidades colectivas, pero el éxito no nos debe hacer olvidar que hemos de cambiar el xip en la forma de movernos por esos “andurriales”, porque no todos los días se pueden comprar tantos números para que te toque “la gorda”, y eso pasa por la actitud de cada uno, no porque constantemente te hayan de recordar a donde estas…
En estas circunstancias descritas, entenderéis que me sienta especialmente contento de que hayamos resuelto con éxito este reto!
Felicidades a todos y gracias por la confianza!
Ni sóc alpinista,ni ho seré, però tinc molt present que al “monte” ja sigui Montserrat o els Alps, el més important és tornar, amb tot el que això comporta.
De tota manera, ja saps com confiem en el teu criteri.
Jordi, pujar a la Pica escalant, amb bivac a 2900 metres, es considera alpinisme…es clar que un trepas que puja els 6a+ com si fossin cuartillos, deu considerar que lo de la Pica va ser una excursioneta…je je
Te veig pujant muntanyes encara mes altes d’aquí a 4 dies!!!, però tranquil que no li direm a ningú que ja ets alpinista…
Je,je, ara faig com a molt IVa0!
Quin estiu tan productiu !!! Te ho has passat de conya. Aquest any hi haurà una pila de material gràfic per quedar embovats el dia dels audiovisuals al centre Garcilaso.
Si, les fotos han quedat molt be!
L’estiu ha estat profitós, però s’ha trobat a faltar a la colla del Maresme i la del Bages!
Records!